ABAM: El Exquisito Arte del Tabaco Dominicano

En el año 1996, nace una prometedora empresa con el nombre de ABAM, una fábrica de cigarros que emergió como un pequeño proyecto durante los últimos coletazos del apogeo del cigarro a finales del siglo XX.

Las iniciales de sus fundadores, Aidee, Berto, Amalia y Matías, honran el legado de estos cubanos de raíces profundamente arraigadas en el mundo del tabaco. Matías, acompañado de su esposa Aidee, recién llegados a República Dominicana desde Cuba, ya habían estado inmersos en el arte del tabaco desde una edad temprana.

Ubicada en el corazón de la República Dominicana, donde los campos de tabaco se mecen suavemente bajo el cálido sol caribeño, se encuentra un auténtico tesoro oculto. Mientras los ojos del mundo se posan sobre Santiago, la capital tabacalera del país, una joya en las afueras de Santo Domingo ha tejido un legado en las sombras del éxito de sus contrapartes famosas. Bienvenidos a ABAM, la fábrica que ha dado vida a algunos de los puros premium más apreciados de Villiger, como el prestigioso La Flor de Ynclan, aclamado como uno de los mejores puros del año 2017 por Cigar Aficionado.

La historia de ABAM es una encantadora colaboración entre dos leyendas del mundo del tabaco: José Matías Maragoto y su tío, Adalberto “Berto” Ruizcalderon. Berto, un maestro productor de tabaco en la antigua Cuba, huyó del régimen comunista y se unió a Matías para fundar la fábrica en 1996. En aquellos días, obtener hojas de tabaco de calidad era un auténtico desafío, pero gracias a las conexiones de Berto, ABAM pudo obtener los mejores tesoros del campo y destacar en el punto álgido de la industria tabacalera.

La familia de Matías, con raíces como cosecheros de tabaco de toda la vida, poseía varias fincas en la zona de Consolación del Sur en Pinar del Río. De niño, Matías pasaba mucho tiempo jugando con sus primos entre los sembrados y las casas de tabaco. Ya en edad escolar, trabajó en labores agrícolas vinculadas al tabaco, lo que lo sumergió aún más en la esencia de esta ancestral tradición.

Por su parte, Aidee se nutrió de la experiencia e historias de su abuelo, el querido “Panchitín”, quien desempeñó el oficio de tabaquero durante 50 años de su vida. En sus juegos infantiles, su abuelo le enseñaba con hojas de papel de periódico cómo hacer cigarros, y ella disfrutaba vendiéndolos en su imaginaria bodega.

Estos ingredientes de herencia familiar y amor por el producto se unieron gracias a la influencia de su tío, Adalberto Ruizcalderón (Berto), quien se convirtió en su mentor, transmitiéndoles sus primeras lecciones especializadas sobre el proceso del tabaco y la creación de cigarros de primera calidad. Berto, un veterano en la industria, había comenzado a trabajar en tareas relacionadas con el tabaco a la temprana edad de 15 años, y su amplio conocimiento y respeto en el mundo de la manufactura y cosecha de tabaco lo hicieron merecedor de reconocimiento entre los grandes de la industria y los dueños de marcas.

El camino de ABAM ha sido fascinante desde sus inicios. Inicialmente, produciendo marcas a granel y etiquetas privadas en un modesto espacio con apenas unos pocos maestros torcedores. Sin embargo, todo cambió cuando se cruzaron con Heinrich Villiger, el visionario dueño y presidente de Villiger Cigars. La asociación con Villiger les abrió las puertas a la expansión, permitiéndoles producir los famosos puros Bock para Europa y, más adelante, muchas otras marcas para Villiger.

A pesar de los obstáculos y las dificultades, ABAM ha mantenido firme su lealtad a los principios que le dieron origen. La fábrica ha experimentado un impresionante crecimiento y, en la actualidad, produce alrededor de 3 millones de puros al año, incluyendo los populares Flor de Ynclan, Villiger 1888 y La Libertad.

La historia de ABAM es un auténtico sueño hecho realidad. Desde sus humildes comienzos hasta su reconocimiento en la industria tabacalera, su legado es el resultado de la dedicación y pasión de la familia Maragoto. En un mundo dominado por grandes nombres, ABAM ha demostrado que la autenticidad, el arduo trabajo y la búsqueda constante de la excelencia son las claves para destacar en la industria del tabaco. Hoy, gracias a su colaboración con Villiger, ABAM continúa deleitando a los aficionados con sus exquisitos puros y perpetúa la rica tradición de la cultura tabacalera de la República Dominicana.

La historia de la empresa no ha estado exenta de desafíos, especialmente en sus inicios, cuando la comodidad y la organización para llevar a cabo los procesos necesarios eran un tanto limitadas. Sin embargo, gracias a una perseverancia indomable y una búsqueda constante de la excelencia, finalmente encontraron su hogar en la Zona Franca Industrial de Villa Mella, donde han dado vida a la fábrica de sus sueños.

A medida que ABAM crecía, se sumaron nuevos talentos a su equipo, cada uno con un aporte significativo. Martha Valentín, madre de Aidee, una profesora con más de 30 años de experiencia en botánica y planificación del trabajo, se unió en 2008. En 2010, se unió José Gabriel, hermano de Matías, aportando su conocimiento en ingeniería informática y tecnología, llevando la operación a nuevos niveles. Comprometidos con el medio ambiente, las instalaciones de ABAM Cigars cuentan con una capacidad instalada de 120 KW en paneles solares, que cubren casi el 100% de la necesidad energética de la compañía.

Descubrí ABAM durante su incursión en el mercado panameño y quedé sorprendido y cautivado por su perfil, que ofrece una experiencia sensorial única en cada vitola, al tiempo que evoca la esencia tradicional del mejor tabaco cubano.

La amplia variedad de vitolas que ofrece resulta conveniente para diferentes momentos de disfrute. Su Montesco es perfecto para acompañar el espresso de la mañana después del desayuno, mientras que el Robusto es ideal para el almuerzo. Para un rato relajado en el campo de golf, el Cañonazo es la elección indicada, y la Pirámide es perfecta para deleitarse en una sobremesa con amigos, mientras se disfruta de la espirituosa de preferencia.

En conclusión, ABAM ha sabido conquistar el mercado con su refinada selección de vitolas que deleitan y sorprenden a los aficionados del tabaco en todo el mundo. Con cada puro, se revela una cuidadosa artesanía y una dedicación inquebrantable a mantener viva la tradición tabacalera. Desde sus modestos comienzos hasta convertirse en un verdadero referente en la industria, la fábrica ha demostrado que la autenticidad y el compromiso con la excelencia son los pilares fundamentales para destacar en el competitivo universo del cigarro. Sin lugar a dudas, ABAM ha dejado una impresión duradera en el corazón de los amantes del tabaco, y su legado perdurará en cada exquisito puro que disfrutemos, transportándonos a un mundo de sabores y experiencias únicas, propias de los más distinguidos paladares.

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